Quizás Dios juega a los dados con nuestro destino, desperdigando las piezas de un rompecabezas que siempre vuelve a unirse de un modo u otro. Acaso sea el azar el que nos arrebata lo que más amamos, pero puede que todo lo que nos ocurre sea simplemente el resultado de nuestros propios actos.
Estas son las tres preguntas que atormentan a Eduardo, un pintor para quien nada tiene sentido tras la muerte de su mujer y su hija, hasta que una famosa violoncelista, Gloria Tagger, le encarga el mayor reto de su vida: pintar el retrato de Arthur, un empresario de pasado incierto. Aceptar ese encargo desencadena una espiral de emociones y acontecimientos trágicos que succiona inevitablemente a cuantas personas le rodean. Con cada pincelada, Eduardo va abriendo puertas que habría sido mejor mantener cerradas, pero que una vez abiertas, nada ni nadie podrá volver a cerrar.
OPINIÓN PERSONAL.
Eduardo vive atormentado desde que catorce años atrás, su mujer y su hija fallecieron en un accidente automovilístico en el que él conducía. Con la amistad solo de Graciela, su casera, una mujer atormentada como él y que tiene una hija con problemas, y su representante y amiga Olga, va pasando el tiempo sin pena ni gloria, hasta que Olga le presenta a Gloria A. Tagger, una violinista de éxito que ha perdido también a su hijo a manos de un conductor borracho, Arthur, empresario de éxito. Una vez se conocen, Gloria le pide a Eduardo que pinte un retrato del asesino de su hijo.
" - Pues explícamelo porque no lo entiendo. Si alguien matase a mi hijo, lo último que querría es tener un retrato del asesino. Tal vez querría matarlo, despellejarlo, puede que solo quisiera borrarlo de mi memoria, pero desde luego no querría tener su cara permanentemente a mi lado.
- No se trata de un retrato cualquiera, eso no serviría. Lo que Gloria espera que yo le dé es el alma de ese hombre, un mapa de su geografía que le ayude a superar la muerte de su hijo."
A partir de ese momento, se van entrecruzando la vida y las historias de varios personajes, todos marcados por una misma cosa: el fracaso en sus vidas. Sus vidas se van entretejiendo hasta formar una madeja en la que todos, de alguna manera, están relacionados. Una madeja de soledad, de culpabilidad, de remordimientos o de dolor.
" - Madrid está llena de náufragos ¿no te parece?. Las olas de su mar invisible arrojan cada día a cientos de desesperados a sus orillas, están por todas partes."
Una novela en la que todos sus protagonistas nos muestran su lado más débil, su lado más escondido: sus cicatrices, ya sean exteriores o interiores.
Una novela impresionante, dura, que te da mucho que pensar, que hace que vivas las sensaciones que emanan de los personajes. Escrita con un lenguaje claro y directo, pero en ningún momento soez, con una narración ágil en la que en cada capítulo vas descubriendo cosas nuevas de los personajes que te sorprenden. Aunque hay un protagonista central, Eduardo, todos los demás tienen su protagonismo y su importancia, todos están definitivamente unidos por algún tipo de dolor o fracaso en sus vidas.
"- La carne se pudre y se descompone, como los recuerdos. Eso es lo que yo sé. Elena murió, y mi hija también. Y yo debería haber muerto con ellas, pero no sucedió. Y nunca sabré por qué. Puede que todo sea una simple moneda lanzada al aire, un juego en el que nunca sabes de qué lado caerá la suerte."
En definitiva, una novela que no puedo dejar de recomendar, a los amantes de la novela negra (aunque no sé si la clasificaría así) y a los amantes de las novelas profundas, bien escritas y que sigues pensando en ellas una vez que has terminado su lectura. Si tuviera que hacer un ranking de mis mejores cinco lecturas en lo que llevamos de año, ésta estaría sin lugar a dudas, en los uno de los primeros puestos.
Gracias a la Editorial Alrevés por el envío del ejemplar.