Título: Las sombras de Longbourn.
Autor: Jo Baker
Editorial: Lumen
Año: 2013.
Páginas: 480
¿Y si Jane Austen hubiera dado voz a los criados? Son las cuatro de la mañana en Longbourn, la casa de los Bennett en Herdfordshire. Mientras las cinco hermanas y sus padres, los famosos protagonistas de Orgullo y prejuicio, duermen plácidamente, Sarah y Polly, las dos jóvenes doncellas, empiezan a trabajar a las órdenes de la anciana señora Hill, la cocinera. Todos llevan años repitiendo la misma rutina, pero saben que la vida es algo más que un simple ir y venir de trapos, cacerolas y escobas. Sarah es quien más desea arriesgar, y su pequeño y rutinario mundo finalmente cambia el día en que James Smith, un nuevo sirviente, llega a Longbour arrastrando con él un pasado lleno de secretos y un futuro donde cabe la libertad. De repente, los sótanos y los áticos de la mansión cobran vida, y detrás de los delantales y los uniformes descubrimos criaturas que tienen mucho que contar. Mientras las hermanas Bennett duermen, los criados por fin hablan, y vale la pena escuchar.
OPINIÓN PERSONAL.
Leí a Jane Austen hace muchos años, y realmente, su estilo y su elegancia a la hora de narrar sus historias me cautivó. Me llamó mucho la atención esta novela, viendo las situaciones que nos narraba la propia Jane, pero desde otro punto de vista: el de los sirvientes, que parece que están siempre en segundo plano, pero saben mucho más de lo que parece.
Concebida como una homenaje a Jane Austen en el 200 aniversario de la publicación de Orgullo y Prejuicio, no es una continuación de la novela. Es la historia de la misma época, pero contada y vivida por el lado menos glamuroso, el que nunca se suele contar en este tipo de novelas, el de los criados que se ocupan de limpiar y recoger todo lo que sus amos ensucian.
La protagonista principal es Sarah, una doncella huérfana acogida por la señora Hill, que forma parte del reducido grupo que forman los sirvientes de Longbourn que son la señora Hill (el ama de llaves), el señor Hill (su marido), Sarah (doncella) y Polly (otra joven doncella). Entre todos llevan la casa y cumplen todos los deseos del matrimonio Bennet y sus cinco caprichosas hijas (con más apariencia que dinero), hasta que llega un nuevo sirviente, James, lo que supone una novedad y una distracción para la casa, en particular para el ala de los sirvientes.
" Era lo que siempre había deseado Sarah: algo, cualquier cosa, que perturbara la calma, que la distrajera de los ruidos que hacía el señor Hill al masticar, de la perspectiva de otra noche aburrida y de la monotonía de su propia voz mientras leía novelas por entregas y noticias de tres días atrás. Ahora el cambio había llegado a Longbourn y Polly lo observaba como una boba y la señora Hill le llenaba el vaso sin parar, e incluso el señor Hill sonreía y le echaba miradas de soslayo; Sarah se sentía abatida y desplazada y deseaba que ese cambio, con su pelo moreno, sus ojos castaños y su piel de color té, no hubiese llegado jamás a Longbourn."
James, aparte de revelarse como un buen trabajador, se enamora de Sarah, pero ésta, que solo quiere ver su parte negativa, aunque tiene sentimientos encontrados acerca de él, parece que solo tiene ojos para el lacayo mulato de una familia vecina, los Bingley. Pero James, tiene detrás un oscuro pasado que trata de ocultar por todos los medios.
Y poco a poco nos vamos sumiendo en el mundo de los criados de los Bennet: sus enamoramientos, sus desgracias, sus miedos, sus secretos y sus historias pasadas antes de llegar donde están ahora. Leyendo este libro me he sentido un poco transportada a la serie Downton Abbey, donde también se da mucha importancia a la vida de la servidumbre, a la vez que, al igual que esta novela, está ambientada en la campiña inglesa.
" Un zorro aulló en algún lugar de la helada campiña; en el piso de abajo, el reloj dio la una; Sarah permaneció alerta, con una manta sobre los hombros. Cuando el reloj dio las dos, se despertó sobresaltada de un sueño ligero. Aguardó unos minutos. Una calma absoluta inundaba la casa.
Salió con sigilo del dormitorio, las botas en la mano, la caja de madera bajo el brazo; cerró la puerta con suavidad a su espalda. En la cocina se ató los cordones y acarició al gato.
—Adiós, minino. Buena suerte."
En definitiva, una novela encantadora, que he disfrutado de principio a fin , que me ha traslado de de nuevo a Longbourn, y que creo que no decepcionará en absoluto a los fans de Jane Austen.